Reflexión personal por la Solemnidad del Corpus Christi de Francisco Perejón Ortega

En la Solemnidad del Corpus Christi, hoy domingo seis de junio de 2021, la homilía de D. Pablo en la Misa Tradicional ha sido, como siempre, breve, profunda y esclarecedora. Admito que solía desconectar en otras parroquias durante las homilías ya que, normalmente, están plagadas de lugares comunes, opiniones personales y al final no llevan a ninguna parte. 

D. Pablo, tras presentar la extraordinaria cronología de la Primera Carta a los Corintios, donde el Apóstol Pablo habla ya de una Tradición al referirse a las Palabras y los Gestos de Jesús en la Última Cena -sólo veinticinco años después de la Muerte y Resurrección de Cristo-, el texto neotestamentario más antiguo donde se cita la celebración efectiva de la Eucaristía, ha enunciado el interesante Discurso del Pan de Vida del Evangelio de Juan, el texto neotestamentario más reciente sobre la realidad eucarística, pues ambos textos se han proclamado en la Eucaristía. 

Para explicar con precisión y brevedad la realidad eucarística, nos ha recordado que el hombre utiliza la memoria para recordar, anhelando que vuelvan a ocurrir esos momentos felices del pasado, y a veces los malos soñando con cambiar su sentido o sus efectos, pero no lo consigue porque no le está permitido actualizar el pasado, sólo puede recordarlo. Ya que el hombre utiliza la memoria, también le recuerda a Dios, en la Eucaristía, el Sacrificio de su Hijo en la Cruz por los pecados del mundo, un Sacrificio que Dios, que todo lo puede, permite que se vuelva a repetir, de manera incruenta, en cada celebración de la Eucaristía. 

Igualmente nos ha recordado que, a diferencia de los sacrificios que realizaban los sacerdotes de Israel, hombres pecadores muchas veces, ofreciendo víctimas vicarias, es decir, animales en un templo levantado por hombres, Cristo se ofrece en Sacrificio Eterno, siendo Él mismo el Sacerdote -el que "da" lo que es sagrado, pero de forma perfecta-; siendo Él mismo la más Pura Víctima -un Hombre Sin Pecado- y ofreciendo su Sacrificio en el  Altar y Templo de su Cuerpo, no levantado por hombres y habitado por el Espíritu. 

Con esta profundidad, utilizando etimologías de lenguas antiguas y sus amplios conocimientos como biblista, en pocos minutos nos ha vuelto a iluminar sobre el sentido verdadero de la Palabra de Dios proclamada. 

Alabado sea Jesús Sacramentado. 

Francisco Perejón Ortega



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